Actualmente, las correas son altamente resistentes y llegan a tener una vida útil de 300.000 km. Están fabricadas en goma flexible, aguantan hasta 120ºC, e incorporan una parte de tejido y otra de cuerda. Sin embargo, siguen siendo el origen de numerosas roturas de motor.

Para evitarlo, evidentemente, hay que respetar los períodos de sustitución propuestos por los fabricantes. No obstante, como todo profesional del motor sabe, un control visual del estado de la correa puede resultar fundamental a la hora de diagnosticar un problema mecánico.
Los incidentes de una correa dentada
1. La introducción de un cuerpo extraño en la transmisión, una tensión de montaje excesiva o el pliegue de la correa pueden provocar la rotura total de la correa.
Solución: Un cárter mal montado, una tensión mal ajustada u operaciones de mantenimiento no observadas, entre otras.
2. Cuando la tensión es demasiado débil, un elemento de la transmisión se gripa o el paralelismo de las poleas está falseado, la correa queda expuesta a la rotura de los dientes.
Solución: Lo recomendable será buscar la tensión correcta, eliminar la causa del gripado o corregir el alineamiento de las poleas.