Como ocurre con la práctica totalidad de los módulos y unidades electrónicas que incorporan los vehículos, los actuadores de turbo modernos (formados por una parte mecánica y otra electrónica) sufren fallos con relativa frecuencia.
En este artículo, vamos a ver para qué sirve el actuador, de qué averías adolece y qué soluciones son las más viables en el mercado hoy en día.

La funcionalidad del actuador de turbo
El actuador de turbo sirve para controlar la presión que tiene que soplar el turbo en cualquier demanda que tenga el vehículo. Es decir, que el actuador de turbo tiene como misión comandar el turbo. Y lo hace por medio de la comunicación que existe entre el actuador y la unidad de mando (centralita motor).
Explicado de otro modo: el actuador de turbo es el encargado de regular la posición de los álabes del turbo para que entre más o menos aire. La función final es establecer la cantidad perfecta de aire en todos los regímenes de vueltas del motor.
El actuador de turbo sustituye los antiguos pulmones de descarga, que estaban controlados por electroválvulas neumáticas. La ventaja de contar con un actuador en lugar de los sistemas anteriores radica en que permite tener un control mucho más preciso y más rápido de los controles de máximos y mínimos.